Historia

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En el año 123 a.C. la isla de Mallorca fue conquistada por las tropas romanas bajo el mando de Cecilio Metelo. Las escasas referencias documentales que se tienen sobre la conquista y el hallazgo de algunos restos romanos en el núcleo urbano de Ses Salines, han permitido a algunos historiadores trazar hipótesis que relacionan la llegada de Cecilio Metelo a la isla con la costa meridional de Mallorca (Guerrero, 1987) y la vincularla con la explotación de las salinas de S’Avall.


La explotación salinera continuó, y creció considerablemente en el período de ocupación romana. Varios trabajos han destacado que, en época romana, como en la de dominación púnica, la sal era un monopolio estatal que era explotada por medio del arrendamiento y que continuó durante todo el periodo de ocupación romana, concretamente hasta el siglo VI d.C. Todo parece indicar que, durante este período, existía un campamento salinero en la zona de la Colonia de Sant Jordi que, junto a las salinas de Ibiza y Formentera, cubrían las necesidades locales para el consumo humano, animal y de conserva.


Tras el período de dominación islámica de la isla de Mallorca, en 1229 tuvo lugar la conquista cristiana encabezada por el rey Jaume I. La documentación generada en los años inmediatamente posteriores a esa conquista permite afirmar que, durante el período de ocupación musulmana, la explotación de las salinas continuó, aunque se desconoce el modo en el que se llevaba a cabo. 


Tras el reparto de la isla las salinas de s’Avall correspondieron al rey que mantuvo la propiedad hasta que el 24 de octubre de 1255 las cedió a Arnau de Cruilles. Posteriormente, la propiedad pasó a ser propiedad de la familia Torrella y, en 1354, fueron adquiridas por la familia Dezcallar que las conserva en la actualidad. Las salinas estaban comprendidas dentro del territorio del predio S’Avall al que dio el nombre con el que se conoce actualmente. Dos planos, uno del siglo XVI y otro del siglo XVII, son las representaciones gráficas más antiguas que se han conservado de su existencia.

Desde que la familia Dezcallar se hizo con la propiedad de las salinas y la actualidad, han transcurrido casi 700 años durante los que la explotación de este recurso ha atravesado diferentes vicisitudes. De forma general y tomando como referencia cómo fueron explotadas, este período se puede dividir en tres subperíodos.


 Durante este período, se construyeron un pequeño oratorio, una casa fortificada para defenderse de los ladrones y otras infraestructuras.

El primero finaliza en el año 1716 y se caracteriza por el hecho de que la familia Dezcallar conservó la propiedad y gestión de las salinas, explotándolas directamente o por medio del arrendamiento. 


Dos documentos de finales del siglo XVI permiten constatar que las salinas de s’Avall eran la únicas de la isla que en ese momento se dedicaban a la explotación de la sal. Uno de ellos, es el catastro de 1578, el primer documento fiscal en el que se describen todas las propiedades de la isla, siendo una de ellas el predio S’Avall de Jeroni Dezcallar y “lo Stany de la sal”. El otro es un testimonio de Guillem Dezcallar del año 1591 en el que señalaba que era propietario del predio S’Avall que contaban con unas salinas “que són únicas en la present ysla y Regne de Mallorca», on s’acostuma treure sal a l’estiu” (Rosselló Vaquer, 2000:142).


Durante este período, diferentes representantes de la familia Dezcallar pleitearon con las autoridad local y real por el control de este preciado producto, manteniendo esta familia el control de las salinas de forma casi permanente.

El segundo periodo abarca entre los años 1716 y 1856, y se caracterizó por el hecho de que la administración de las salinas estuvo en manos de la autoridad local y real, que debían satisfacer anualmente a la familia Dezcallar cierta cantidad de dinero por la explotación.


Durante este período, se construyeron un pequeño oratorio, una casa fortificada para defenderse de los ladrones y otras infraestructuras.

La detallada descripción del erudito Jeroni Berard (1789:166) nos permite conocer cómo era el lugar en el año 1789: “A tres cuartos más allá de este lugar, se halla el estanque donde se fabrica la sal. Está inmediato al mar en lugar arenoso y entre pinos. Hay un almacén o casa para el administrador y los guardias que se ve circuido de unas tapias blancas, de cuatro ángulos a modo de fortaleza y más adentro se ve el estanque con su figura cuadrada de más de 10 cuarteradas con una baja orilla a modo de safareig o aljibe y uno o dos palmos de agua del mar que por una acequia dirigida angularmente la introducen en la balsa o estanque en la primavera y cierran con una tabla su comunicación.


Como esta no se cuaja en sal sin agua dulce, por si acaso no lloviese tiene a su extremo una noria y en el centro otra, por el que pasa un camino carretero para cuando se llevan la sal al cargador”. El mismo erudito describe el antiguo cargadero donde se depositaba la sal que se transportaba a Palma, indicando que se encontraba ya dentro del término municipal de Campos: “no contiene mas que un pequeño calucho en peña tajada, hecho expresamente del preciso espacio que puede ocupar un barco de transporte, y sobre el hay un tablado con cuatro maderos derechos para sostener la carrucha, y éste viene igual al piso de una grande era donde se ven tres o cuatro pilas de sal prolongadas y angulares de más de veinte palmos de alto, al modo de las garberas de trigo[…] y del mismo tablado la tiran al barco. Junto a esto hay una casita para el guardia y todo dista del estanque medio cuarto de legua”. 

Durante la primera mitad del siglo XIX, se mejoraron las instalaciones del lugar con la construcción de una casa rodeada de un muro de aspilleras para resguardar la sal y evitar los robos de los ladrones y un molino en el que se refinaba la sal (Rosselló Vaquer, 1964:452). Un decreto del mes de mayo de 1869 aprobaba el desestanco de las salinas de toda España exceptuando las de Torrevieja. Entre otras disposiciones, se devolvía a los antiguos poseedores la propiedad y explotación de las salinas. Se iniciaba así un periodo que continua hasta la actualidad, durante el que la familia Dezcallar ha explotado las salinas de S’Avall.


Como suele ser habitual, una descripción del lugar de ese momento la proporcionó el archiduque Luís Salvador en su estudio sobre la costa mallorquina. El aristócrata describió algunos elementos relacionados con la explotación y comercio de la sal de las salinas de S’Avall: “Se encuentran, después, los molinos de viento y se ven las casas de Ses Salinas. La costa forma la ensenada del Carregador que tiene delante una isleta rocosa, llana y alargada, llamada Illa Llarga, […]. Se trata de un caserón con orificios en su parte baja; tiene depósitos hechos con ramas de pinos, sobre cuya tablazón se va amontonando la sal, que, después, se verterá cómodamente en la bodega de los faluchos a la carga. Todo está cercado de pared y el suelo enlosado […]. Mas allá de una casa grande, se ven los extensos estanques donde se beneficia la sal del mar”. 

Desde ese momento las salinas han sido explotadas por la familia Dezcallar. Durante este período se efectuaron algunas mejoras considerables en la propiedad. Así, en torno al año 1920 se aprovecharon las aguas madres para producir carbonato de magnesio en unos edificios industriales conocidos como la fábrica de magnesio.

Posteriormente, entre los años 1930 y 1952, la propiedad cedió por arrendamiento las salinas de S’Avall a la empresa Salinera Española. Durante ese período se construyó una línea férrea de un kilómetro de longitud que permitía transportar la sal de los estanques la sal y el cargadero. Algunos testimonios de los años centrales del siglo XX nos permiten conocer algunos aspectos de la explotación de la sal, que ha seguido el método tradicional hasta la actualidad. Para el movimiento de las aguas de una a otra balsa, para limpiarlas, rellenarlas, etc… se valían antiguamente de norias, más tarde se utilizó un molino, junto con una vieja rueda hidráulica, para evacuar las aguas madres”. 

Las salinas de S’Avall son, en definitiva, uno de esos escasos ejemplos de pervivencia de una antiquísima actividad industrial que lleva funcionando ininterrumpidamente y con las oscilaciones propias de cada época, desde hace unos 2500 años, es decir, una de las salinas más antiguas de Europa.

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